El expresidente Lula (2003-2010), candidato del Partido de los Trabajadores, pidió a las clases más bajas de las favelas y comunidades más pobres trabajar para convencer a acudir a votar a las personas que decidieron no hacerlo o votar nulo.
La campaña electoral brasileña levantó presión, en la recta final para las elecciones del 2 de octubre con el presidente Jair Bolsonaro prometiendo a sus seguidores liberar más armas a los civiles en caso de ser reelecto para defender la “libertad” y llamando nueve veces “ladrón” a su rival, el favorito Luiz Inácio Lula da Silva, quien convocó a trabajar contra el abstencionismo.
Lula, primero en las encuestas y con chances de ser electo ya en la primera vuelta con más del 50% de los votos, alertó que esta semana habrá muchos insultos a su figura por parte del bolsonarismo, durante un acto en Grajaú, una región periférica de clase baja de la ciudad de San Pablo.
Bolsonaro, en cambio, estuvo rodeado de su público de clase media en Campinas, interior de San Pablo, el estado que es el más poblado y desarrollado del país y donde es clave la votación masiva.
“Bolsonaro está muy nervioso con las encuestas, cada día que sale una nueva encuesta y me ve arriba se pone como loco, entonces prepárense por las mentiras e insultos que van a recibir en esta semana”, afirmó Lula en Grajaú, al lado de su candidato a vice, Geraldo Alckmin, y el candidato a gobernador por la coalición opositora, Fernando Haddad.
La gran preocupación de Lula es la abstención de las camadas más pobres, ya que hay personas que sufrieron amenazas por parte de bolsonaristas. Se repiten en las redes sociales mensajes de hacendados y dueños de fábricas recomendando despedir a empleados que voten a Lula.
“Hay que ir a votar porque lo único que Bolsonaro quiere es que la gente no vaya a votar. Si no vas a votar después perdés autoridad para reclamar. No podemos tener 20% de abstención y 10% de voto nulo. Debemos convencer a la gente en los barrios, en el trabajo, en la fila del banco, en el colectivo, en todos lados”, dijo Lula.
Un coordinador de la campaña de Lula, el senador Randolphe Rodrigues, dijo que la situación puede ponerse “violenta” debido a los civiles que fueron armados por la flexibilización de las normas para adquirir armamento que no reconozcan el resultado o que intimiden a las personas más humildes que van a votar.
Sobre todo porque el instituto Datafolha indicó que Lula basa su posible victoria en primera vuelta en la franja más baja de la población, los que ganan menos de 400 dólares mensuales, mientras que en las otras el que vence es el ultraderechista excapitán, del Partido Liberal.
“Bolsonaro liberó el armamento y le hizo un favor al narcotráfico y distribuyó dinero a los pastores evangelistas en lugar de sustentar la educación pública”, dijo Lula, quien también estaba acompañado por la líder ambientalista y candidata a diputada por el partido Rede Marina Silva, también un referente de las iglesias evangélicas no bolsonaristas.
Lula pidió votar a diputados y senadores de la coalición que lo lleva como candidato a presidente porque será “muy difícil” gobernar sin una fuerte presencia legislativa oficialista.
“No sirve de mucho que voten a presidente y no a diputados porque estará el Congreso con gente que quiere privatizar hasta el Banco do Brasil”, dijo sobre el principal banco público del país.
Lula se dedicó a la periferia de San Pablo, mayor urbe sudamericana con 12 millones de habitantes, debido a que desistió de acudir al debate organizado por un conglomerado de medios considerados cercanos al bolsonarismo como el canal SBT, CNN Brasil y la revista Veja.
En Campinas, corazón del interior de San Pablo, Bolsonaro junto con su candidato a gobernador, Tarsício Freitas, su exministro de Infraestructura, participó de una caravana en motocicleta como realiza desde 2020.
Luego, en un escenario montado en las calles céntricas de la ciudad de Campinas, llamó nueve veces a Lula “ladrón” y fustigó el intento del Supremo Tribunal Federal de limitar la venta de armas en período electoral para los civiles.
“Dentro de poco esa medida se va a caer y van a poder adquirir armas porque un pueblo armado es un pueblo que nunca será esclavizado”, afirmó.
El mandatario defendió su posición en la pandemia de oponerse a la realización de cuarentenas pese a que Brasil con 685 mil muertos es el segundo país del mundo después de Estados Unidos por decesos a causa de la Covid-19.
Anunció que iniciará una semana empleando un fuerte tono discursivo para vincular a Lula a la corrupción, debido a la causa del Petrolao que investigó la Operación Lava Jato, que condenó al expresidente a prisión, aunque luego la investigación fue anulada por manipulación política y lawfare.
Bolsonaro dijo que “será muy fácil decidir” entre quien defiende la familia y los valores cristianos como él, mientras que acusó a Lula de estar a favor de la liberalización de la drogas, la legalización del aborto y el cese de las libertades públicas.
Los manifestantes oficialistas gritaban “primera vuelta, primera vuelta” y “Datapovo”, que es como el bolsonarismo ataca a las encuestas de Datafolha que dan como favorito a Lula.
La campaña tuvo algunos episodios de violencia en las últimas horas. En Belo Horizonte, Minas Gerais, en un barrio un policía disparó tiros al aire de su arma reglamentaria contra militantes del PT.
En Recife, capital de Pernambuco, la ventana de un departamento en un edificio fue baleada porque tenía colgada una bandera del PT.